Tuesday, December 26, 2006


Taller de TÍTERES Y PSICODRAMA

Universidad de las Madres de Plaza de Mayo
19 de noviembre, 2006

J. L. Moreno conceptualiza el valor psicodramatico del títere diciendo: “El títere está a mitad de camino entre el cuerpo de una persona, tal como un yo auxiliar y la propia alucinación del paciente. Es una transición de su propio cuerpo a un cuerpo extraño. Se podría construir una escala desde las imágenes internas del paciente hasta la cruda realidad de un conflicto vivido en el psicodrama, representando muchas “escenas intermediarias”. Winnicott (“Realidad y Juego”) habla del títere como un instrumento transicional entre el “adentro” de un bebe y el universo “externo”.
El doctor Jaime Rojas Bermudez, médico especialista en Psiquiatría, que trabajo en el Centro de Investigaciones Psicodramaticas del Hospital Nacional “José T. Borda” utilizó al títere y lo denominó “objeto intermediario” porque es un objeto y su función es la mediación. En mi experiencia personal el títere es útil en sí mismo más allá del ámbito clínico, sanando, sin proponérselo. En mi trabajo con niños de sectores sociales de bajos recursos, el títere resultó un agente curativo por el simple hecho de “devolverle la infancia” a los niños, que por su condición de vida y realidad, habían sido privada de ella. A través del títere (un muñeco, un objeto) el niño se permite ser niño, aún cuando en su medio social cualquier demostración de vulnerabilidad y exposición sería mal vista y condenada por sus otros pares, los niños, y por sus mayores.Ariel Bufano, titiritero de basta trayectoria, narra esta misma experiencia en sectores cadenciados: “Cuando conocimos al doctor Rojas Bermudez teníamos una intensa experiencia a nivel artístico en el trabajo con títeres. Hacía mucho que el asombro nos había ganado porque, ya sea en una “villa de emergencia”, en un pueblito montañez, en la selva chaqueña o en una sala céntrica de Buenos Aires, se comprobaba el mismo fenómeno y la misma experiencia compartida con el público, las respuestas del auditorio a los estímulos escénicos se reiteraban cualquiera que fuese el medio social: una intensa participación emocional, una necesidad de dialogo nacida espontáneamente y, luego de una primera actitud de reserva, una entrega casi total a la situación dramática.

Gabriel Rugiero- Dolores De Cicco